El cordón consta de dos arterias y una vena. La vena es la encargada de llevar sangre oxigenada de la placenta al niño y las dos arterias de traer desde el bebe la sangre cargada de los productos nocivos que generó el niño en su metabolismo. La placenta actúa como pulmón, hígado y riñón.
Después del nacimiento el médico ata el cordón (o le pone un pequeño gancho) y lo corta cerca del cuerpo del bebé. Así pone punto final a la comunicación que, de hecho ya se había interrumpido al producirse el parto y al expulsarse el niño y la placenta. Una vez cortado, el extremo cercano al bebe permanece unido al ombligo y el muñón que queda se endurece para finalmente caer. Habitualmente esto ocurre antes del 10º día de vida. Sin embargo algunos cordones gruesos pueden tardar más en caer (hasta 20 días) y excepcionalmente hasta 1 mes.
El pediatra estará alerta de estos cambios y podrá ver si la demora en la caída del cordón se debe solamente al grosor y es una demora normal de todo el proceso o si hay que investigar alguna otra situación que retarde la caída.
Al caer el cordón deja una pequeña herida que cicatrizará a lo largo de los días. El ombligo puede sangrar cuando cae el cordón (algunas pocas gotas de sangre roja) . Esto no reviste ninguna importancia.
Si tarda en cicatrizar se puede formar un pequeño bulto o granuloma.
Cuidados del Cordón
El cordón umbilical no tiene nervios por lo que las maniobras que se realizan con él no son dolorosas.
El ombligo debe mantenerse seco y limpio para que no se infecte.
En general todos los médicos recomiendan no bañar al bebe hasta que el cordón no haya caído y el ombligo cicatrizado, pero esto para algunos, no tiene porque ser así. De todas formas siga las indicaciones que le dio su médico de cabecera.
El ombligo debe protegerse de la humedad de los pañales y debe envolverse en una gasa seca después de ser limpiado con alcohol fino.
Si el ombligo o la piel que lo rodea enrojecen debe comunicarse con su médico pues puede estar en presencia de una infección.